Recuperamos a Cenicienta y a Iván Durak perseguidos por el mortífero Chiss, del cual se salvan por los pelos, pese a los fallos del equipo mágico con el que la han equipado esta vez (parece que desde que Frau se fue ya no está a la altura de las circunstancias). Entonces parecen llegar a un callejón sin salida en su búsqueda de Dorothy, pero Madame Meng fue capaz de dejar una última pista antes de morir, el dibujo de una araña. No, el dibujo de La Araña.
Así se encaminan a Burkina Fasso para contactar con Anansi, cabecilla de otra de las células de esa Villa Fábula fantasma, y con el que Cenicienta ya tuvo un encuentro en el pasado, y ahora, igual que entonces, termina traicionándola.
En el vistazo al pasado de Cenicienta asistimos primero al final de su misión en Tailandia, de la que tuvo que huir cuando Dorothy recibió la ayuda de los siete hermanos al servicio de Madame Meng. También somos partícipes de su misión en Roma, cuando debía extraer a Anansi, que al sentarse en el centro de un importante tela de araña de la inteligencia de la Villa Fábula fantasma resultaba de gran interés para las autoridades de Villa Fábula, pero aquella misión se convirtió en una trampa para capturarla en la cual la propia Dorothy estaba implicada.
Cenicienta cuenta con que esa misma situación se repita cuando va a visitar a Anansi esperando que la lleven directamente hasta su archinémesis.
La historia sigue girando a base de traiciones, peleas y juegos de espías mientras echamos un vistazo al pasado común entre Cenicienta y Dorothy. Nuestra protagonista se arriesga a un juego muy peligroso, dejarse atrapar por sus enemigos para que la conduzca directamente a la boca del lobo. ¿Saldrán las cosas como ella espera?
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